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El Centro de Procesamiento de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU) del Noroeste, ubicado en Tacoma, Washington, es uno de los más grandes del oeste de los Estados Unidos. También conocido como el Centro de Detención del Noroeste, tiene un historial de abusos de derechos humanos que incluyen negligencia médica y el uso excesivo del confinamiento en solitario. El 7 de marzo, Charles Leo Daniel, un inmigrante de Trinidad y Tobago, se suicidó. Daniel estuvo confinado en solitario por más de tres años. Desde entonces, más de 200 personas detenidas han estado en huelga de hambre solidaria.

El Centro de Detención del Noroeste no es un caso aislado. Más de 40.000 inmigrantes están detenidos en más de 200 centros de detención en los Estados Unidos, muchos de los cuales tienen historiales de negligencia y abuso.

Fuera del Centro de Detención del Noroeste. Credit: Chona Kasinger/High Country News
La Resistencia estableció un campamento de protesta en el centro después de la muerte de Daniel. Credit: Chona Kasinger/High Country News

En los últimos diez años, la organización de base, La Resistencia Northwest, ha trabajado de lado de quienes están detenidos en el centro para protestar condiciones, exigir atención médica, ropa limpia y buen alimento. La organización lucha por cerrar el centro y poner fin a las deportaciones. Desde la muerte de Daniel, miembros de la La Resistencia montaron un campamento de solidaridad para exigir una investigación independiente sobre su muerte.

High Country News habló con dos miembros del liderazgo sobre lo que los motiva a seguir luchando por los detenidos.

Maru Mora-Villalpando, la fundadora de La Resistencia, en un campamento fuera del Centro de Detención del Noroeste a mediados de marzo. Credit: Chona Kasinger/High Country News

Maru Mora-Villalpando es fundadora de La Resistencia. Nació y creció en la Ciudad de México.

En secundaria yo ya participaba en marchas de apoyo a los trabajadores, principalmente en la Universidad Nacional Autónoma de México. Yo fui parte de varios movimientos sindicales y estudiantiles en los 1980s.

Alrededor de mis 20 años, empecé a viajar entre México y los Estados Unidos para aprender inglés y porque también sabía que ya no quería quedarme en México. Era muy peligroso, particularmente siendo una mujer sin pelos en la lengua.

En 1996, la administración de Clinton aprobó la Ley de Reforma de Inmigración Ilegal y de Responsabilidad del Inmigrante. Si estabas aquí de forma indocumentada y te ibas del país, no podías volver a entrar hasta por 10 años. Así fue como yo y millones de otras personas nos quedamos aqui. Yo tenía amigos en Seattle, y por eso terminé aquí.

Mi hija nació en 1997 cuando tenía 26 años, y me di cuenta de que necesitaba conectarme con mi comunidad. Empecé a organizar otra vez, al principio enseñando inglés a inmigrantes y refugiados.

El objetivo no debería ser la ciudadanía; el objetivo debería ser deshacernos de la detención y de ICE.

Maru Mora-Villalpando habla durante una demostración en el centro. Credit: Chona Kasinger/High Country News
La Resistencia espera cerrar el centro y poner fin a las deportaciones. Credit: Chona Kasinger/High Country News

Al ser indocumentada, me decían que debía esperar a una reforma migratoria para poder obtener mi ciudadanía. Así que empecé a aprender sobre políticas públicas. Me puse a organizar con personas en otros estados y terminé testificando al frente del Congreso. Me convertí en cabildera. Abogué por cambios en las leyes estatales de protección a los inmigrantes contra la policía y ICE.

Una pancarta de protesta fuera del centro. Credit: Chona Kasinger/High Country News

Eventualmente empecé a creer que nunca llegaríamos a obtener una reforma migratoria. Incluso si algunas personas obtienen su ciudadanía, otros siguen detenidos. El objetivo no debería ser la ciudadanía; el objetivo debería ser deshacernos de la detención y de ICE. El objetivo debería ser la libertad. Por eso transicioné hacia la desobediencia civil.

En 2013 había visto a inmigrantes indocumentados participando en la desobediencia civil por todo el país, y lideré una protesta para bloquear la entrada al Centro de Detención del Noroeste. Mi plan inicial era ser arrestada. Pensé, “Me van a arrestar y luego organizaré desde adentro”. Pero eso falló. Honestamente, ellos no necesitaban a alguien adentro. Ya estaban muy bien organizados. Ya habían llevado a cabo una huelga de hambre. Necesitaban a alguien afuera.

Después de la protesta, varios inmigrantes en detención me empezaron a llamar. La Resistencia inició con mi teléfono. Por varios años, hablaba con gente detenida, preguntándoles: “¿Qué está pasando, qué necesitan saber los de afuera?” La gente del centro me llamaba, y yo era la única que contestaba el teléfono. También empecé a organizarme con personas que habían sido liberadas. Formamos a La Resistencia en 2014.

Fui indocumentada durante 25 años antes de que me dieran mi residencia. Fue una gran parte de mi identidad. Cuando mi hija era pequeña, yo siempre pensaba, “¿Y si esto me pasa a mí? ¿Quién cuidará a mi hija? ¿Quién me apoyará si estamos solas aquí en los Estados Unidos?” Cada vez que me llaman personas detenidas, siempre me pregunto ¿qué pasaría si esa fuera yo? Si no luchamos, podría pasarme. Podría pasarle a cualquiera.

Rufina Reyes, quien forma parte del liderazgo de La Resistencia. Credit: Natalia Mesa/High Country News

Rufina Reyes migró a los Estados Unidos en el 2000. Ha estado con La Resistencia por cuatro años y forma parte de su liderazgo junto a Liliana Chumpitasi y Wendy Pantoja.

En México no teníamos trabajo, mis hijos estaban pequeños y no teníamos cómo mantenerlos. Antes de que las leyes cambiaran en los 90s, mi esposo iba y venía más fácilmente. Pero cuando eso cambió, eso nos hizo sentir que estábamos pasando mucho tiempo separados, entonces decidimos que sería mejor reunirnos en los Estados Unidos. Mi esposo y yo encontramos trabajo en jardinería, entonces asi fue como pudimos apoyar a nuestra familia.

Mi hermano fue detenido durante la pandemia, hace tres años. En México era administrador de un centro turístico en mi pueblo, un pueblo muy, muy chiquito donde un dia llegó una organización criminal que quería dinero y querían que mi hermano trabajara para ellos. El no quiso cooperar, y lo secuestraron. Pidieron un rescate altísimo, pero mi familia y yo pusimos nuestro dinero. Lo liberaron, pero salió con la condición de que todavía necesitaba trabajar para ellos. Amenazaron a nuestra familia, diciéndonos que si llamábamos a la policía nos iban a matar. Toda mi familia tuvo que huir de nuestro pueblo. Yo estaba acá, pero igual me siento como si estuviera desterrada de mi país.

Un altar para honrar la vida de Charles Leo Daniel, quien se suicidó después de estar más de tres años en confinamiento solitario en el Centro de Detención del Noroeste. Credit: Chona Kasinger/High Country News

Mi hermano estaba en una ciudad en México lejos de donde fue secuestrado, pero aún se sentía inseguro. Entonces le dije que viniera aquí unos días o unas semanas. Venía de Mexico con una visa de turista, y lo detuvo migración y no nos avisó. Solamente sabíamos que estaba en el Aeropuerto de Seattle-Tacoma y después ya no supimos de él. Estaba como loca buscándolo. Seguimos investigando y supimos que estaba en el Centro de Detención del Noroeste. ICE no nos avisó ni tampoco lo dejaron comunicarse con nosotros.

ICE no nos avisó ni tampoco lo dejaron comunicarse con nosotros.

Después de encontrarlo mi hermano empezó a llamarme y a contarme las cosas que estaban pasando adentro. Era durante la pandemia. El me contó que había gente contagiada de COVID, y no tenían máscaras ni distancia social. Nada. Entonces tenían miedo de morir. El sentía que vino de un lugar donde estaba oprimido y ahora había llegado a otra clase de encierro.

Empecé en La Resistencia como voluntaria para recibir llamadas. En cada historia que escuchaba, yo me veía reflejada. Y veía a mi familia y veía a mi hermano. El estuvo detenido por tres meses, pero yo seguí apoyando. Nunca he aceptado la injusticia, y me gustó el trabajo que estaba haciendo. Un año después, Maru me reclutó al equipo de liderazgo, con otras personas quienes han sido directamente afectadas por la detención.

Mi hermano sigue en Washington, pidiendo asilo. Pero ahí dentro hay mucha gente que no sabe hablar Inglés, o incluso, español. ¿Qué podrían hacer allá adentro? Tenemos que sacar a la luz lo que están viviendo. Eso es lo que me ha impulsado a seguir en la lucha.

En los últimos 10 años, La Resistencia ha trabajado de lado de quienes están detenidos para protestar condiciones en el centro. Credit: Chona Kasinger/High Country News

Natalia Mesa is an editorial fellow for High Country News based in Seattle, Washington, and reporting on science, and environmental and social justice. Email her at natalia.mesa@hcn.org or submit a letter to the editor. See our letters to the editor policy.

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