Toma un trabajo, pero crea otro
A pesar de la evidencia, persiste el mito sobre los inmigrantes que roban empleos.
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California es el primer estado en el occidente del país que a menudo ofrece soluciones a problemas sociales y ambientales. Actualmente, se encuentra al frente de un difícil desafío, ya que sus ideales progresistas — y su población cada vez más diversa — se ve generalmente opuesta a las políticas del Presidente Donald Trump. En esta nueva columna mensual, una Carta desde California, documentaremos cómo el estado se está adaptando a los cambios en estos tiempos.
Un abogado de inmigración que conozco compartió un documento recientemente: una apelación enviada al Consejo de Inmigración del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, la oficina gubernamental que interpreta y ejecuta las leyes migratorias. El documento contó la historia de cómo en el verano del 2014, en el apogeo de la crisis humanitaria en la frontera de E.E.U.U.-México que trajo a decenas de miles de niños migrantes no acompañados en búsqueda de asilo, varios agentes de la patrulla fronteriza interrogaron a un niño en español y lo llamaron, simplemente, “Y-F.” ¿Porqué te fuiste de tu país de origen o de tu último país de residencia?” preguntaron los agentes. "Para buscar trabajo,” les dijo Y-F, supuestamente. Al momento del interrogatorio, Y-F tenía tan sólo tres años.
Así es: un niño pequeño vino a los Estados Unidos buscando trabajo. Al parecer, el testimonio de Y-F no fue una transcripción literal del interrogatorio, lo que inspiró a que los abogados enviaran la apelación para descubrir cuál era la verdad. Sin embargo, la historia de Y-F refleja el poder de la razón principal -- y el mito -- sobre porqué muchos inmigrantes vienen a éste país.
El Fiscal General Jeff Sessions culpó a jóvenes inmigrantes de robar los empleos de americanos el pasado septiembre, cuando anunció el fin del programa de Acción Diferida para Llegadas en la Niñez (DACA). Aquél programa protege de la deportación a casi 800.000 inmigrantes indocumentados que llegaron cuando niños. “(DACA) le negó trabajos a cientos de miles de americanos, al permitir que esos mismos extranjeros ilegales tomaran esos empleos,” dijo Sessions.

La declaración no tiene argumento. Al contrario, los inmigrantes no sólo no se roban los trabajos de los americanos si no más bien crean otros, al iniciar nuevos negocios (especialmente pequeños negocios), y al introducir más dinero en la economía del país a través del pago de impuestos y al gastar sus ganancias en bienes y servicios. Se puede decir lo mismo de un trabajador de campo indocumentado mexicano como de un profesional chino de alta tecnología.
“Se dice que llegan los extranjeros y se llevan un número limitado de trabajos, pero es un argumento muy simplista, y es falso,” dice Dany Bahar, un economista del Brookings Institution quien es también inmigrante vía Israel y Venezuela. “Por su propia naturaleza, los inmigrantes son emprendedores: Mudarse a un nuevo país implica un acto emprendedor lleno de riesgos,” dice. Migrar significa desarraigarse, planear para un nuevo hogar y un nuevo trabajo, así como tomar un gran salto desconocido hacia el futuro. Es más, de acuerdo a un estudio publicado por el Partnership for a New American Economy, los inmigrantes son gente de negocios modelo: Tienden a abrir negocios más del doble de veces que los americanos. En 2016, el 40,2 por ciento de las compañías en la lista de Fortune 500 tenían al menos un fundador inmigrante o hijo de inmigrantes.
La economía norteamericana es fluida. Si se añaden más trabajadores a una industria en particular, eso no significa necesariamente que otros trabajadores en la misma industria ganarán menos o perderán sus empleos. Al incrementar la oferta de trabajo, los inmigrantes simultáneamente suben la demanda, generando más trabajo no sólo para si mismos si no para otras industrias — para las personas y los negocios de donde alquilan sus apartamentos, compran su comida, o pagan por su seguro de automóvil, entre otros servicios.
Hoy en día, los economistas están de acuerdo con que los inmigrantes son una ayuda para la economía de éste país. Este razonamiento cuenta con el apoyo de uno de los principales economistas en temas de trabajo, Giovanni Peri de la Universidad de California, Davis, (otro inmigrante), quien argumenta que en la actual economía global, las economías pueden adaptarse rápidamente al ingreso de trabajadores extranjeros porque sus habilidades — así como su contexto cultural y su diversa experiencia laboral — tienden a complementar las habilidades de la mano de obra que ya se encuentra en el país. Veámoslo de ésta manera: Las personas de otras partes del mundo traen consigo sus destrezas. Aquélla diversidad de talento es un gran impulso para la economía de los países ricos, en particular, ya que promueve la innovación y la productividad, y a su vez, a la creación de más empleos. Peri ha descubierto que éste ciclo positivo se da en todos los sectores: desde las industrias que pagan salarios mínimos como las que son muy bien pagadas.
Asumamos que los empleos si se podrían “robar.” ¿Porqué no se critica de la misma forma a los graduados universitarios que están buscando empleo por primera vez, o aquéllos americanos que se mudan de un estado a otro tras un nuevo trabajo? Porque simplemente no sería patriótico. La alteridad de los inmigrantes los ha hecho un blanco fácil — y falso — en ésta sociedad.
La culpa pública a los extranjeros ha sido una larga tradición norteamericana: A mediados del siglo XIX, los casi dos millones de refugiados irlandeses que huían la hambruna y llegaron a Boston y Nueva York tomaron trabajos como herreros, costureros y constructores a pesar de los anuncios de empleo que les advertían que “los irlandeses no deben aplicar.”
Más de un siglo después, el temor del extranjero ha vuelto en gran parte gracias a un jefe con una terrible reputación: el presidente mismo. “Se están llevando nuestros trabajos. Se están llevando nuestro dinero. Nos están matando,” dijo Donald Trump en julio del 2015 cuando trataba de provocar a sus seguidores durante su campaña electoral.
“La ola de proteccionismo no es nada nueva,” dice Bahar. Pero puede que el uso de chivos expiatorios ya esté perjudiciando la economía: Nuevos datos gubernamentales indican que el interés de los trabajadores extranjeros en los empleos norteamericanos está reduciendo bajo Trump. Si se aprueba la propuesta del presidente que eliminaría una mitad de las visas de trabajo, la medida llevaría a pérdidas de empleos en la industria tecnológica y menor competitividad en el mercado global. Se siente el impacto en aquéllas industrias que dependen de trabajadores de salarios mínimos como la agricultura; las deportaciones y la retórica anti-inmigrante ya han ocasionado mucho daño. “Eventualmente, eso podría traer un recesión económica, lo que vendría siendo una propuesta peligrosa.”